CONVENCION DE BELEM DO PARA “Una legislación de avanzada”

Con motivo del Día Internacional de la Mujer, tuvo lugar el viernes en el Centro Judicial de Santa Rosa la disertación “Experiencias y desafíos a los 25 años de la declaración y plataforma de Beijing y la convención de Belem do Pará” que brindó la doctora Zelmira Mireya Regazzoli, una protagonista de esos acontecimientos.

La exposición fue organizada por el Colegio de Magistrados y Funcionarios del Poder Judicial de La Pampa y contó con el auspicio del Superior Tribunal de Justicia de la provincia de La Pampa y la Federación Argentina de la Magistratura. Agentes de los poderes judiciales provincial y nacional, como así también personas vinculadas a la  lucha por los derechos de la mujer e interesados en la temática, participaron de la charla.

Profesora de Historia y Geografía, licenciada en Geografía y doctora en Ciencias, Zelmira Mireya Regazzoli acredita una prolífica trayectoria pública que, en lo político y diplomático, la llevó a desempeñarse como embajadora argentina en Bolivia, representante de nuestro país ante Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos, presidenta de la Conferencia Interamericana para la Mujer de 1994, la CEPAL para la Mujer entre 1990 y 1996, impulsora y activa participante de la Conferencia de Belem do Pará, vicepresidenta primera de la IV Conferencia Mundial de la Mujer – Beijing 1996, y una extensa actividad como asesora en temas de la Mujer y de Derechos Humanos, tanto en nuestro país como a nivel internacional.

Legislación de avanzada.

Sancionada en 1994 en la ciudad brasileña de Belem, capital del estado de Pará, la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer es una legislación de avanzada que abrió caminos y marcó rumbos. Por primera vez, un acuerdo internacional determina mecanismos de protección y defensa de los derechos de las mujeres, tanto en el ámbito público como en el privado.

A lo largo de sus artículos, la Convención establece mecanismos de lucha contra el flagelo de la violencia contra la integridad física, sexual y psicológica de la mujer; define el concepto de “violencia contra la mujer”, garantiza el derecho a vivir una vida libre de violencia y considera a esa violencia como una violación de los derechos humanos y de libertades fundamentales.

En nuestro país, fue una de las normas que dio lugar a la sanción de la Ley nacional 26585 de Protección Integral para Prevenir, Sancionar, Erradicar la Violencia contra las Mujeres en los Ambitos en que se Desarrollen sus Relaciones Interpersonales.

Sanciones ejemplificadoras.

En la exposición del viernes y luego de contar su participación en la Convención, Regazzoli planteó que es necesario fortalecer la legislación para proteger los derechos de las mujeres y los niños y niñas, y reclamó que las sanciones, tanto penales como económicas, “sean más fuertes” y tengan un carácter ejemplificador. “En los casos más graves, tiene que haber cadena perpetua, verdadera cadena perpetua”, opinó al respecto. Y en el caso de sanciones económicas, ironizó con que “la víscera más sensible de una persona es su bolsillo”, por lo cual fuertes reprimendas monetarias bien fuertes servirán para que muchos revean sus actitudes. “La experiencia dice que cuando la ley es severa, la gente se cuida”, sostuvo.

Regazzoli destacó que Belem do Pará fue un punto de inflexión por su contenido pero también porque dispuso medidas concretas para su efectiva aplicación, y no sugerencias o recomendaciones, como es el caso de otros convenios internacionales. De hecho, el acuerdo fue rubricado a mediados de 1994 y para fines de ese año ya había sido ratificado por todos los países participantes de su redacción.

Sus medidas no se limitaron a los ámbitos públicos sino que fueron más allá y avanzaron sobre los espacios privados, otro avance que señaló.

Con una visión crítica hacia algunas exteriorizaciones de las luchas por los derechos de la mujer, Regazzoli consideró que el camino que marca la Convención y las normas subsiguientes, “debe comenzar desde el preescolar” ya que esa es una de las etapas fundamentales en la formación de las personas. Sorprendida por el grado de ‘bullying’ que se vive en los ámbitos escolares y sociales, la ex embajadora imputó al abuso de la tecnología como responsable de ello. Por ello sugirió seguir el ejemplo de algunos países europeos, donde el Estado impone límites a los padres en la cantidad de horas que sus hijos pueden estar frente a la computadora o el celular, entre otras medidas.

En el tramo final de su exposición, reiteró que la Convención de Belem do Pará representa “una legislación concisa y efectiva” en la defensa, protección y promoción de las mujeres y sus derechos, y confesó su enorme satisfacción y agradecimiento por haber representado a nuestro país en esas dos oportunidades. “Cuando me tocó ser vicepresidenta primera en Beijing, yo pensaba para mí ‘miren dónde llegó esta pampeana’, porque cada vez que tuve oportunidad, no dejé de reivindicar mi querida provincia”, concluyó.